En el año 1947, con apenas 20 años, Mario Paolini, fundador de Paolini Hnos. decidió probar suerte fuera de una Italia devastada por la guerra. Dejaba atrás una familia humilde formada por Giulio y Elvira, sus padres y seis hermanos, Paolo, Eugenio, Ana María, Francesco, Matilde y Salvatore.
Su intención era emigrar a Australia ya que en Italia no había trabajo. Fue a Génova para embarcarse, pero se equivocó de barco, subiéndose a uno que venía a Argentina. Finalmente terminó en el puerto de Buenos Aires, más precisamente en el Hotel de los Inmigrantes. Cosas del destino. Traía solamente una muda de ropa y muy poco dinero.
Al ser inmigrante, lo enviaron a trabajar como peón a una estancia en la Prov. de Buenos Aires, para cuidar toros de la raza Shorthorn en una cabaña. Después de un tiempo, consiguió otro trabajo como peón en un almacén de Gral. Alvear, y más tarde fue empleado en una fábrica de mosaicos.
Dormía en una pieza sin revoque ni piso; una tabla hacía de puerta, un catre de cama y su mesa de luz era un cajón de manzanas. El dueño, un señor mayor sin descendencia, sabiendo que nadie continuaría con su negocio, y viendo en Mario un muchacho impetuoso, inteligente y con ansias de progresar, le propuso que se quedara con su legado: la fábrica.
… Mario no tenía recursos para comprársela, pero el dueño le propuso que la pague con el producido de la fábrica. Aceptando el desafío y seguramente sin conocer personas en el lugar que pudieran acompañarlo en la decisión, entiende que la mejor alternativa era compartir esta empresa con alguien de la familia. Finalmente viaja Eugenio a la Argentina, su socio por el resto de su vida.
Por alguna razón deciden trasladar la fábrica a Lobos, posiblemente por ser un mejor mercado que Gral. Alvear, instalándola en Hipólito Irigoyen 200, esq. Ayacucho, el que fuera durante mucho tiempo el domicilio comercial, fábrica, taller y domicilio particular, ya que también allí construyeron su casa.
Las ansias de progresar, los llevaron a comprarse el primer camión, para transportar uno de los elementos fundamentales para la fabricación de mosaicos, la piedra. Con un camión con acoplado de madera, comentan que hacían la misma cantidad de viajes por semana que se hacen en la actualidad con equipos infinitamente más avanzados, pero ellos no paraban ni siquiera para sus necesidades más básicas. La consigna era producir.
Luego compraron el primer ScaniaVabis L75 a Scatena, Elichabe y Cia. de la ciudad de Monte (BA), que se lo habían retirado a un señor de Lobos que no podía pagarlo, al poco tiempo los hermanos Paolini saldaron la deuda y el 5 de Mayo de 1961, compraron dos chasis Scania más. Están aún los camiones en la empresa y las facturas de esa compra en la administración.
En el ámbito vial comenzaron a incursionar transportando piedra, primero para la construcción de la fábrica Mercedes Benz, sobre la Ruta 3, luego a la obra para la construcción del Cruce de Etcheverry, sobre la RN Nº 2 y a los campamentos de conservación que Vialidad Nacional, a la postre el principal cliente de Paolini Hnos., tenía estratégicamente ubicados a lo largo de la traza de las rutas nacionales.
Una de las primeras obras realizadas por la empresa fue Puelches – La Japonesa en la Pcia. de La Pampa, sobre la RN Nº 152. Un enripiado de la calzada. Mario comentaba que dormían en un colectivo Leyland que habían comprado en un remate y hacía las veces de casilla rodante y que cuando se levantaba a la mañana y se iba a lavar la cara, el agua de la palangana que tenía adentro del colectivo, estaba congelada.
Anécdotas e historias hay miles.
Podría decirse que este fue el duro principio de Mario y su hermano Eugenio, en la formación de Paolini Hnos.
Toda su vida trascurrió de la misma manera. Luchador permanente, astuto empresario, comprometido y convencido de los objetivos planteados.